viernes, 24 de agosto de 2007

Capitulo 2: Diez Espadas

Landhoff, Goldar.

El anciano curandero de la Aldea descansaba calentando sus piernas junto a la chimenea de la pequeña cabaña en la que había residido todos estos años. Fumaba de una pipa de tosca talla pero eficiente quema mientras se mesaba la larga barba blanca. Su nieto cumplía hoy 16 años y debía empezar su viaje de madurez en breve, que le llevaría largos años hasta que volviera a la aldea, a ocupar su puesto… puesto que debería estar ocupando su hijo de no haber muerto deshonrado varios años atrás.

El anciano decidió ponerse en pie, resuelto, pese a que se levantó sin gran dificultad no pudo evitar dejar escapar un leve quejido en el movimiento, Los años no pasaban en balde. Caminó hacia la puerta, la abrió y hasta sus oídos llegó el rítmico sonido del hacha al cortar la leña seca, su nieto, abrigado por la piel de un oso convertido en capa golpeaba los troncos con un hacha dividiéndolos en cada golpe.

-“Anvir, ven aquí.”- Hizo un gesto a su nieto que deteniendo el trabajo alzó la mirada. Al Entender el gesto, colocó la leña que ya había cortado, la cubrió con unas pieles bajo el cobertizo y se dirigió hacia la cabaña.

-“Ocurre algo abuelo?”- Preguntó nada mas cruzar la puerta y cerrarla tras de sí, para dejar el frió invernal del otro lado.

-“Siéntate, hijo mío, tenemos que hablar.”- El anciano se puso serio y miró directamente a los azules ojos de Anvir, que al sentarse retiró la parte de la cabeza del oso de su capa, que hacía las veces de capucha. –“Hoy cumples 16 años, ya eres casi un hombre, has aprendido todo lo que yo podía enseñarte y has llegado mas allá.”-

-“Abuelo, tu todavía tienes mucho que enseñarme…”- El anciano paró a Anvir con un gesto.

-“No me interrumpas, jovencito. Como he dicho yo ya no tengo nada que enseñarte, ha llegado el momento en que partas de Landhoff en busca de ti mismo y vuelvas convertido en un hombre de verdad. Para ello te voy a encargar una tarea.”- El anciano se levantó y abrió un pequeño cofre que descansaba junto a la chimenea, cogió un bolsa que sonó con un ruido metálico y unos papeles y entregándole en primer lugar el papel dijo: -“Este es un mapa de Gaia, la tierra donde todos vivimos, tierras mas allá de Goldar, mas allá de Los Yermos Gélidos. Tierras que tu has de conocer por el bien de todos nosotros, pues el mundo está cambiando por mucho que Goldar no quiera cambiar con el.”- El anciano hizo una pausa y le entregó la bolsa.- “En esta bolsa hay oro que he ido guardando durante estos 16 años para tu viaje, pero no lo desperdicies, resérvalo para cuando no tengas otro remedio y vive de lo que sabes hacer, con orgullo y determinación.” – Anvir aceptó la bolsa y miró a su abuelo sorprendido mientras se dirigía a un armario que jamás había visto abierto en todos estos años y sobre el que jamás le dejaron preguntar. Su abuelo cogió una llave que llevaba colgada en su pecho y lo abrió. De dentro tomó un extraño hacha, de la envergadura de un escudo y que se podía asir como tal, es mas, de no ser por que estaba afilada, hubiera pasado como tal. Ceremonialmente y en silencio se la tendió a su nieto con las dos manos extendidas: -“Este es el arma de la Clan Chieftain, legada de padres a hijos generación, tras generación. Devuélvela el honor que le arrebató tu padre.”- Anvir miró a su abuelo a los ojos mientras el orgullo invadía todo su cuerpo.
-“No te fallaré abuelo. Volveré convertido en un hombre y seré el orgullo del Clan. Partiré ahora mismo.”-
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El anciano patriarca del Clan Chieftain miraba lleno de esperanza como el último descendiente de los suyos partía en busca de la sabiduría y la experiencia que debían convertirlo en el heredero del clan. Con el arma de la familia a su espalda, el arco y las flechas y la capa de oso le recordaba a los grandes guerreros del pasado, al fin y al cabo el estaba destinado a convertirse en el gran guerrero del futuro. Quizá debería haberle dicho antes de marcharse que su padre no fue un paria y un deshonrado, si no que ya salvó al mundo dando su vida en otro tiempo.
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2 Años después. Pernov, Dalaborn.

El viaje de Anvir había sido productivo, había decidido guardar un recuerdo de cada uno de los pueblos y ciudades que había visitado en su devenir. Ya había recorrido todas las tierras del Noreste y ahora se dirigía hacia la capital del imperio, Arkangel. Había recorrido parte de Goldar en el camino a la capital y ahora estaba, según su mapa, en Dalaborn. Llevaba ya casi tres días sin comer algo mas que pan sin levadura y cecina seca axial que decidió internarse en el bosque a cazar. Caminó unos pasos y pronto vio una posible presa, una liebre bastante grande que descansaba a la sombra de un cedro. Cuando se dispuso a disparar algo asustó a su presa, reaccionando rápidamente Anvir se giró y apunto a la fuente de la perturbación.

Cuatro hombres apuntaban con sendas ballestas a Anvir y dos mas se acercan con lanzas, apuntadas hacia el para mantener la distancia. Al ver su uniforme Anvir dedujo que debía de tratarse de la guardia de la ciudad cercana, Pernov, si no recordaba mal, axial que decidió arrojar el arco y las flechas al suelo.

-“No se mueva! Queda detenido en nombre de la duquesa Illylaya Knobel por crímenes contra Dalaborn.”- El que parecía ser el cabecilla de aquel grupo habló dirigiéndose a Anvir.

-“Pero… eso es imposible, es la primera vez que piso Dalaborn”- Anvir, totalmente confundido ante tales acusaciones trató de defenderse, entonces uno de los guardias, envalentonados ahora que estaba desarmado le increpó:

-“Todos los “salvajes” sois iguales… merecéis morir todos”- Anvir, viendo herido su orgullo dio un paso hacia delante solo para verse detenido por las puntas de las lanzas sobre su pecho. Justo en el momento que fue a hablar una suave voz femenina le interrumpió:

-“Salvajes dices, aquí los únicos salvajes sois vosotros, increpando y amenazando con vuestras armas a un hombre inocente contra el que no tenéis ninguna prueba”- Todos los soldados se quedaron paralizados un momento, hasta que el capitán habló:

-“Quien anda ahí? Muéstrate!!”- El capitán increpó a la persona que hablaba desde la maleza. En ese preciso instante una bella muchacha de piel pálida y un largo pelo negro liso salió de entre los matorrales. El flequillo le cubría el rostro, vestía una capa entre marrón y verde y bajo esta una cota de cuero perfectamente ajustada, manchada y vieja, pero de calidad. En su espalda, en una discreta vaina marrón descansaba una espada que tenía una empuñadura de gran manufactura, de tonos azulados. El capitán pareció quedarse helado ante la visión de aquella persona:

-“Señorita Never… esto… es que el es un sospechoso… usted sabe mejor que nadie como están las cosas, no podemos permitirnos errores…”- El capitán parecía bastante nervioso ante la situación.

-“Entonces yo directamente responderé por el.”- La joven respondió con decisión y determinación.

-“Pero es que…”- El capitán intentó rebatir a la joven pero está lo cortó en seco.

-“Es que dudáis de mi palabra?”- Clavó su mirada en el capitán y este, sin responder nada miró a sus hombres y dijo:

-“Está bien, dejadlo ir, sigamos con la ronda.”-

El grupo de soldados se marcho y Anvir recogió su arco del suelo, a continuación miró a la recién llegada, aunque trataba de ocultarlo se veía que era solo una niña.

-“Gracias.”- Añadió sincera, pero secamente Anvir.

-“Tendrás que disculparlos, corren tiempos difíciles por aquí, un clan de Goldar está lanzando continuos ataques, utilizando enormes bestias para ello y todo el mundo está muy nervioso.”- Anna hablaba mostrando una bellísima sonrisa de oreja a oreja, aunque su mirada era triste por la situación.

-“Lo entiendo perfectamente, yo hubiera hecho lo mismo en su lugar. Por cierto, no me he presentado, mi nombre es Anvir Chieftain, encantado”.- Anna trató de disimular la sorpresa que le provocó que aquel goldariano fuera tan educado.

-“Anna Never, un placer.”- Anna estrechó la enorme mano que le tendía aquel hombre.- “Dado que la guardia ha espantado tu cena, que te parece si te invito a cenar?.”- Anvir dudó un segundo y luego asintió:

-“Normalmente rechazaría la invitación, pero me muero por algo caliente”- Se ajustó su arco al hombro y siguió a la chica camino a Pernov.
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La taberna era de bastante calidad, muy limpia y ordenada. De los mejores sitios en los que había estado Anvir en estos últimos 2 años de viaje. La joven pidió agua fría para ella y cerveza para él, y unas raciones de carne asada y caldo. Ambos comieron en silencio, sin saber muy bien de que hablar hasta que Anvir rompió el silencio:

-“Sabéis que clan está realizando esos ataques?”- Dijo dejando de comer temporalmente. Anna lo miró fijamente y respondió.
-“No, no conocemos muy bien los clanes de Goldar, solo sabemos que son salvajes y utilizan bestias de todo tipo para causar el terror.”- Anna hablaba para después dar un leve sorbo al vaso de agua.

-“Skulling… me lo imaginaba. Son los únicos que utilizarían esos métodos. Son sanguinarios y crueles, nada que ver con mi pueblo, ahora entiendo por que los guardias estaban tan nerviosos.”- Anvir hizo una pausa y tragó saliva. –“Los Skulling tienen muchos hombres, si quisieran podían arrasar esta ciudad.

-“Seguramente, pero parece ser que es un pequeño grupo, de no mas de 100 hombres, yo sospecho que alguien le está suministrando armas y equipo y están utilizando Pernov como campo de pruebas, pienso ir a averiguarlo”-

-“Tu sola? Estás loca, morirás.”- Dijo Anvir sorprendido.

-“No me subestimes, soy fuerte.”- Dijo Anna con una pose, pretendiendo parecer orgullosa.

Anvir sonrió: -“No pongo tu fuerza en duda. Pero en el clan Skulling se entrena a los hombres para la guerra, desde que nacen. Y son 100 de ellos, no creo que puedas con todos. Pero… si estás decidida a ir, iré contigo.”

Anna miró entre sorprendida y agradecida al Bárbaro: -“Supongo que no servirá de nada si te digo que no vengas, verdad?”- Anvir se limitó a responder con una sonrisa.
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Campamento Skulling. Frontera entre Goldar y Dalaborn, a pocos kilómetros de Pernov.

Las llamas de varias pequeñas fogatas lamían las paredes rocosas de la falda de las montañas. Proyectando alargadas sombras que hacían, si cabía más tenue el lugar. Como si fueran vivos acompañantes de los miembros del clan Skulling las sombras parecían haber acampado con ellos, oscureciendo más si cave la zona.

4 hombres vigilaban una jaula improvisada con fuertes barrotes de madera, donde un apaleado bárbaro yacía en el suelo. Se estremeció un segundo y abrió sus amoratados ojos a tiempo de ver como el cabecilla de esa sección del clan se acercaba a el.

-“Vaya, parece que Thorleif, el traidor, ha despertado por fin”- Dijo el jefe, sonriendo, su pulcramente afeitada cabeza contrastaba con su sonrisa a la que faltaban varias piezas convirtiendo aquella expresión amenazante en algo cómico.
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Anna y Anvir estaban ocultos tras unas rocas, desde donde se encontraban podían ver perfectamente el campamento Skulling. A diferencia de lo que esperaban encontrar todos los hombres del campamento estaban despiertos y formaban un circulo en un llano cercano. Dos de ellos llevaban a un hombre encadenado, ataviado con poco más que un taparrabos al centro de ese círculo. Lo arrojaron con violencia dentro de el y el que parecía ser el jefe caminó hacia el reo y parece que le dijo algo. A un gesto del jefe algunos de sus hombres acercaron nueve jaulas que temblaban con el movimiento y los rugidos que salían de su interior.

-“Van a matarle… tenemos que ayudarle”- Anna trató de salir corriendo hacia el campamento pero la mano de Anvir la detuvo.

-“No podemos”- Anvir habló seriamente, sin apartar la vista del campamentos y con el puño derecho fuertemente apretado, casi cortándose la circulación por completo.

-“Pero van a matarle…”- Anna intentó convencer a Anvir para intervenir, este se giró y la miró a los ojos:

-“Para nuestro pueblo hay dos tipos de batallas, las que se luchan para conservar la vida y las que se luchan para conservar el honor. Si intervenimos quizá viva, pero habrá perdido esta batalla, y perder el honor es mucho peor que la muerte.”- Anna pareció comprender y frustrada se mantuvo al margen contemplando el combate en la distancia.
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Thorleif vio como traían las jaulas. Había oído los rumores sobre que el Clan Skulling usaba bestias en lugar de hombres para el ritual de las 10 espadas, soltándolas de una en una contra el condenado, pero ahí había solo nueve jaulas. Parpadeó un momento y entonces lo comprendió. Ante el se alzaba un hombre enorme incluso para ser bárbaro que portaba un hacha que una persona normal no podría levantar ni con todas sus fuerzas… y el la llevaba con una sola mano. A una señal del jefe la condena dio comienzo.

-“Ahora podré matarte sin problemas, ni siquiera tendrás que enfrentarte a las bestias… deberías darme las…”- Aquel gigante fue interrumpido bruscamente cuando la frente de Thorleif impactó de lleno en la suya. Se le quedaron los ojos en blanco y el tipo calló inconsciente. Thorleif le arrebató el hacha, la empuñó y manejándola con una sola mano separó la cabeza del cuerpo de aquel tipo en un solo movimiento. A continuación asiento el arma por la parte de arriba apoyó la base del mango en el suelo. Los demás miembros del Clan Skulling retrocedieron en posición de guardia, esperando el ataque de Thorleif.

-“Faltan nueve…”- Thorleif habló, la rabia bullía en sus ojos… iba a demostrar a todos aquellos que allí los únicos culpables eran ellos… después los mataría.
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Thorleif se apoyaba en su hacha para no caer al suelo, una docena de cortes surcaban su pecho y brazos, tenía varios músculos desgarrados, a su alrededor yacían los cuerpos de 9 bestias enormes, como versiones crecidas de sus homónimos normales, desde un oso hasta un tigre blanco.

El jefe del clan Skulling había cambiado su estúpida y mellada sonrisa por una expresión de asombro que fue creciendo cada vez que Thorleif se negaba a morir eliminando a una mas de sus bestias. Sus hombres, temerosos se alejaban de aquel demonio que había conseguido algo impensable. El jefe del clan Skulling ordenó a sus hombres que eliminaran al reo, pero ninguno parecía atreverse, paralizados por el miedo, hasta que un grito los sacó de su ensimismamiento: -“¡¡¡¡¡AHORA!!!!!”-
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El terreno estaba cubierto de sangre, reinaba un gran silencio que solo rompía el tartamudeo de terror del jefe mientras suplicaba por su vida. El último hombre del clan Skulling, el líder, no solo había perdido su honor al no respetar el ritual, si no que ahora suplicaba como un niño. Anvir cogió el hacha que Thorleif había usado durante el combate y se la tendió a este:

-“Todo tuyo, tienes el derecho”- Anvir dijo mientras se alejaba con Anna de aquel lugar.- “Te esperaremos tras aquella colina”.-
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Pernov, Dalaborn. Algunas horas después.

Illylaya Knobel ojeaba varios papeles en su despacho. Al parecer la ayuda que habían pedido a Arkangel iba a demorarse… una vez mas, con esta ya iban 4 peticiones “demoradas”. La preocupación era patente en sus ojos, si no recibían ayuda pronto Pernov acabaría cayendo en manos de aquellos salvajes, ya habían muerto muchos buenos hombres para defender la ciudad.

Unos golpes sobre su puerta sacaron a Illylaya de sus preocupaciones:

-“Estoy ocupada, volved mañana”- Dijo ella, se encontraba demasiado cansada como para seguir atendiendo sus responsabilidades a aquellas horas.

-“Es urgente, mi señora.”- El soldado del otro lado parecía emocionado, casi feliz, algo poco común entre sus hombres en aquellos tiempos difíciles.

-“Adelante, pasa. ¿Qué es tan urgente que no puede esperar a mañana?”- Dijo con tono cansado.

-“Los salvajes… han sido eliminados… por tres personas.”- El soldado hablaba entrecortado, emocionado.

-“¿Has bebido? Es imposible que tres hombres hayan derrotado a todos los salvajes.”-

-“Los encontramos exhaustos cerca de donde se encontraba el campamento de los salvajes, nuestros exploradores lo han comprobado, no queda uno vivo.”- El soldado estaba más exultante por momentos.

Illylaya sonrió sinceramente por primera vez en los últimos meses, se levanto de su asiento y ordenó a su soldado: -“Llévame ante ellos soldado”- El soldado asintió y ambos fueron casi a la carrera a la enfermería donde se encontraban sus tres héroes.
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Thorleif dormía en una cama, prácticamente sedado y cubierto de vendas. Sus heridas eran graves, pero su vida no corría peligro. Anvir y Anna mantenían una discusión sobre si era necesario haber matado a todos aquellos hombres cuando Illylaya y el soldado entraron en la sala.

-“Así que estos son los tres valientes que han librado a Pernov de la desgracia. Dalaborn y especialmente esta ciudad estará eternamente en deuda con vosotros”-

-“Solo hemos ganado tiempo, el clan Skulling es inmenso, tiene decenas de miles de hombres, y en esta avanzadilla no había mas de cien. Vendrán, vendrán mas y en mayor número, solo os hemos ganado tiempo para preparar las defensas o retiraros a un lugar mejor defendido.”- Anvir habló apesadumbrado por no poder servir de más ayuda a aquella gente.

-“No podemos marcharnos, casi nadie de esta ciudad querrá abandonar sus casas, abandonar los que han sido sus hogares durante generaciones. La mayoría prefieren morir aquí a tener que marcharse… si al menos llegara la ayuda de Arkangel…”- La alegría de la que gozaba Illylaya hacía tan solo unos segundos se había desvanecido por completo para dar paso a una profunda tristeza que acabaría por tornarse en desesperación.

-“Yo me dirijo hacia Arkangel, quizá podíamos llevar un mensaje que fuera mas urgente, además mi padre es un rico comerciante, quizá el pueda ayudar a dar peso a vuestra petición, haré que la envíe con el mensajero mas rápido.”- Anna se puso en pie mientras intentaba devolver el ánimo a Illylaya.
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Puerta Oeste de Pernov. Dalaborn. 3 días después.

Los ciudadanos de la Pernov se agolpaban en la puerta para despedir a sus héroes. Los tres saludaban tímidamente a la gente que agradecida les obsequiaba con lo que podían. Una vez en la puerta los tres se miraron.

-“Gracias por todo lo que habéis hecho por mi. Si en el futuro nuestros caminos se cruzan estaré orgulloso de poner mi martillo a vuestro servicio.”- Thorleif, que aun no se había recuperado por completo caminaba apoyado en una muleta fabricada con una enorme rama de roble.

-“Entonces vuelves a Goldar?”- Anvir preguntó a Thorleif mientras le miraba a los ojos. –“Es una pena, hubieras sido un gran compañero de viaje”- Anvir puso su mano en el hombro de Thorleif, este se giró mientras Anna y Anvir se despedían de el.

-“De verdad que no tienes por que venir conmigo.”- Anna hablaba a Anvir mientras caminaba dirección oeste.

-“Simplemente compartimos camino, yo estoy conociendo el “mundo” y mi camino ahora me lleva hacía las tierras del imperio. Además esta bien viajar con alguien”- Anna solo asintió a su nuevo compañero de viaje y ambos prosiguieron el camino.

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